jueves, 14 de abril de 2011

Desenpolvando viejos artículos

Así es mis ardorosos, ando de vena nostálgica, y me gustaría poner a su paladar un viejo artículo que escribí como prueba para una revista, y que conjuga dos de mis grandes aficiones: las artes marciales y Starwars (si, si.. patético) pero, ai´les va:


Las Artes Marciales y los caballeros Jedi.

Por Fionn MacHumhaill.

“Luke estaba agotado y jadeaba al respirar.

-No puedo, es demasiado grande.

-El tamaño no importa –insistió Yoda- carece de significado. Mírame. Juzgame por mi tamaño ¿quieres?

Escarmentado, Luke se limito a menear la cabeza.

-Sera mejor que no lo hagas- le aconsejó el maestro Jedi. -Tengo a la Fuerza como aliada. y es una aliada poderosa. Crea vida y le permite desarrollarse, su energía nos rodea y une. Nosotros somos seres luminosos, no esta materia tosca...”

Donald F.Glut.

-El imperio Contraataca

La conversación anterior quizás la hemos escuhado muchas veces, en las novelas y las películas de George Lucas. Seguramente en nuestra imaginación, quisimos ser un valiente caballero Jedi y luchar por la paz de la galaxia, pero ¿porque es tan exótica y a la vez tan cercana la mentalidad y la conducta de los caballero Jedi? ¿alguna vez se han preguntado si en verdad existe la Fuerza? ¿será fanatismo cuando algunos bromistas dispersaron el rumor que existe en Australia una religión Jedi, y muchos la consideraron seriamente? ¿se puede realmente alcanzar la paz interior como un caballero Jedi?

En realidad el camino del jedi no es más diferente al que pueden tomar un monje Zen, un Iman del Islam, un sacerdote cristiano ó personas comunes como ustedes o yo; como dijo Obi-Wan Kenobi:

“...Aprenderás que todas las verdades que conoces dependen de ciertos puntos de vista.”

El origen del camino Jedi sin duda se remonta al lejano Oriente. De una forma intencional, y otras veces intuitiva, George Lucas retomó filosofías como el Budismo Zen, o el Tao Te Ching. Tambíen se ha enriquecido su contexto con los principios de disciplinas como las artes marciales e incluso el Yoga.

Hace mucho tiempo, el samurai más famoso de la historia Shimen Miyamoto Musashi, creador del estilo Niten ichiryū (escuela de los dos cielos) o Nitō ichiryū ó escuela de las dos espadas en una (estilo que permitía al guerrero utilizar la espada larga o Katana y la espada corta o Wakizashi al mismo tiempo) escribió en su obra, el rin no Sho o Libro de los Cinco Anillos:

“Haga del Kū su camino. y haga del camino su Kū. En el Kū hay bien y no hay mal, cuando hay razón, hay sabiduría y hay camino, hay Kū.”

El Kū (vacío) no se refiere a la nada o a la ausencia. Se refiere a aquellas cosas que solo se pueden ver con los ojos de una mente tranquila y en paz. Esta es una aproximación a lo que podemos entender como la Fuerza. Un practicante de artes marciales puede lograr acercarse a un estadio de perfección interior o Satori (como se le llama en el Zen) y combatir plena y descisivamente. Un verdadero artemarcialista no busca vencer ni humillar al oponente, el verdadero guerrero no busca la victoria, la victoria lo encuentra a él. El oponente no es su enemigo, y no alberga resentimientos ni odio sobre él, porque es parte del Todo.

Seguramente al estar leyendo esto, te preguntas ¿y dónde quedan Van Damme, Steven Seagal, o Jackie Chan? ¿acaso no el arte marcial no es un arte de guerra? ¿las artes marciales se hicieron sólo para defenderse? pero, ¿acaso no se entrenaba un samurai para matar a su oponente? La respuesta es muy sencilla: el verdadero guerrero no actúa conscientemente. Es parte de la escencia del zen. Los actos sin intenciones jamás encajarán dentro de los valores éticos o morales. En la saga de Star Wars los caballeros Jedi combaten a su oponente, sin humillarlo; sin embargo su respuesta siempre es directa y contundente (¿recuerdan el incidente de Obi-wan Kenobi y Luke en la cantina de Mos Eisley?), un Jedi no busca el conflicto, pero su respuesta será definitiva. No existe la intención de matar o mutilar, simplemente actúan.

Lo explicaré de otro modo.

Cuando un volcán hace erupción y arrasa zonas habitadas, ¿pueden encontrar mal alguno en la destrucción que ocasiona? No. Esto se debe a que no existe la intención del volcán de hacer erupción y acabar con todo a su alrededor. Sólo pasa. Así, un verdadero guerrero no piensa, no impone límites a su cuerpo, simplemente actúa. Cuando el Jedi actúa con su mente en silencio, el cuerpo ya sabe lo que tienen que hacer, porque para eso se ha entrenado durante años; así hará lo que sea necesario y no temerá a que su mente sea traicionada por deseos y pensamientos sinestros.

Hasta este punto hemos encontrado la simetría entre los Jedi y las artes marciales, pero es importantísimo mencionar que las personas que practican las artes marciales no son las únicas que pueden alcanzar el estado de paz interior que admiramos de un Jedi. Shimen Miyamoto Musashi llamaba a su camino para la comprensión y el entendimiento Heihō, y se basaba en los siguientes preceptos:

1. Nunca abrigues designos siniestros.

2. Prosigue con diligencia el camino de Las dos espadas en una.

3. Cultiva un amplio rango de intereses en las artes.

4. Sé un conocedor de diversas ocupaciones.

5. Sé discreto con respecto a tus tratos comerciales.

6. Nutre la habilidad para percibir la verdad en todos los asuntos.

7. Percibe lo que no se puede ver con los ojos.

8. No seas negligente ni siquiera en los asuntos sin importancia.

9. No te comprometas en actividades inútiles.

Pero en si tu camino no es el de las artes marciales puedes segurir tu propio Heihō: Si eres capaz de apreciar el arte de la naturaleza, estás sin duda en el camino correcto. Si tienes la dedicación necesaria a tu trabajo o estudio, si has disciplinado a tu mente y a tu cuerpo para hacer tu trabajo u oficio, de forma que se te hace fácil realizarlo, y que además sientes placer de hacerlo, haz encontrado el sendero del Satori. Si eres diestro en algo y compartes esta destreza de forma honesta con tus semejantes, y ellos pueden sentir la alegría con la que haces las cosas.... lo has logrado.

Si todo esto aún no te convence, y crees que es necesario hacer un viaje trascendental al Japón o tener que navegar en el espacio en busca del sistema Dagobah; déjame contarte algo muy interesante: A pesar que Musashi creía en la religión Shitoísta, y que vivió además la influencia del Zen, el jamás tuvo maestro alguno. Su escuela fue la vida y sus maestros, sus oponentes y la gente con la que convivió.

Este artículo te puede ayudar a buscar el sendero de la Fuerza.... pero ten cuidado, también podría –desde otro punto de vista- confundirte; la practica de las artes marciales, el Yoga, o el Zen, no implican de ninguna manera un atentado a una religión ó creencia. Estas disciplinas, por el contrario, te permiten dentro de lo posible, reafirmar tus convicciones ó creencias no importa cuales sean... que la Fuerza te acompañe.